jueves, 27 de octubre de 2011

El Paquete Que Me Quita El Sueño


Desde que tengo uso de memoria, me han gustado los hombres y desde que tengo uso de razón este gusto ha ido evolucionando desde la simple atracción física hasta las distintas modalidades del sexo.

De niño me llamaba la atención ver a los hombres mientras orinaban, generalmente en la calle, y hasta la vez eso ocurre. O si en las películas aparecían escenas de duchas, vestuarios, saunas o sexo era para mí quedar preso en la pantalla del televisor. Conforme pasaba el tiempo yo no me conformaba con toparme con desnudos accidentales, sino que procuraba encontrarme con los desnudos, en donde sea, y así es como nace mi voyeurismo y pornografía.

Recuerdo que de niño me gustaba ver catálogos de ropa interior porque allí me topaba modelos en ropa interior o una revista al estilo National Geographic donde salían aborígenes en taparrabos porque allí también me topaba con cuerpos semidesnudos. Recuerdo que hasta una enciclopedia me suplía pornografía porque allí estaba el hermoso David de Miguel Ángel. En esos días apareció el internet y fue toda una revolución.

Fue revolucionario porque era porno a la carta y también allí aprendí sobre las distintas formas de porno que hay. Así que me de cualquier manera me hice de cientos de fotos, videos y hasta películas porno, que permanecían en una especie de Área 51 dentro de mi disco duro. Aparte de ello hay que sumarle el cybersexo, los contactos gay, interacciones con otros hombres que gustan de hombres deseosos de disfrutar del placer de una paja con otro hombre pero vía internet. Del cybercontacto gradualmente pase al contacto real, y de esa manera tuve mi primera vez y así he conseguido las ocasiones de sexo con hombres: vía internet por medio del chat o el MSN.

Así ha pasado el tiempo (en síntesis) hasta el día de hoy donde me encuentro en un periodo de meseta, donde ya no tengo mas relaciones sexuales (o al menos las he tenido al mínimo posible). Así que ver pornografía es algo no tan acostumbrado como cuando era adolescente pero aun sigo viendo pornografía; de hecho no estoy lejos de dejar de verla, pero si hay días en que me he dedicado enteramente a estudiar, otros pocos a buscar de Dios, otros simplemente a estar sin porno.

Fue en uno de esos días en que me tope sin quererlo con un pene que no era el mío. Iba rutinariamente camino a clases muy de mañana, desvelado y cansado, cuando en una esquina frente a un boulevard de San Pedro Sula estaba yo estacionado esperando la oportunidad para seguir con mi camino, cuando uno de esos tipos que corren de mañana ha detenido su marcha frente a mi puerta esperando a que la fila de carros pueda darle la oportunidad de continuar, sin estorbarle. El asunto es que el tipo corría en ropa suficientemente marcada para que yo pudiera dejar muy poco trabajo a la imaginación y mi reacción a aquel suceso fue tal que de inmediato mi corazón comenzó a latir rápido, mi estado alerta se disparo con el resultado en mi estado de consciencia de que mi somnolencia desapareció de inmediato. Desapareció de inmediato y definitivamente. Menciono todo esto porque no busque porno el día anterior, no la necesitaba en esos momentos, tenia que concentrarme en mis labores diarias cuando de repente y de la nada apareció aquella imagen que, haciendo las veces de café, me quito el sueno, algo que si necesitaba.

No se como concluir espectacularmente este post pero si puedo afirmar que aun me siguen gustando los penes.

2 comentarios:

  1. Querido Lito: Es posible que el asunto no estribe en que te gusten los penes, sino en que te gustan los hombres. Un hombre es algo muy amplio y necesario en la vida de otros hombres, heterosexuales u homosexuales, lo que ocurre en el caso de los segundos es que las carencias de los mismos son tan profundas y dolorosas que hace que actuemos movidos por la desesperación. Los heterosexuales necesitan a otro hombre en en los mismos términos que nosotros: En lo afectivo, en lo emocional, en el compañerismo profundo. Pero si el mundo fuera un hospital ellos estarían recibiendo atención en consulta médica y nosotros en la sala de emergencia. La atracción sexual es algo consecuente a esta necesidad de amor masculino, no es la necesidad real en si misma. ¿Sabes? Hace muchos años luchaba infructuosamente con pensamientos sexuales obsesivos que no me dejaban dormir. Estaba sintiéndome algo asustado pues me parecía que si esos deseos obedecían a quien yo era esencialmente prefería morirme. Entonces vino un pensamiento a mi mente, estoy seguro que del Cielo: ¿Cambiarías el cumplimiento de estos deseos por un abrazo del hermano Raúl? Me quedé paralizado y en mi interior se esfumó toda la lascivia. Y le respondí: "Si, eso es lo que quiero lo que me da paz y me acerca a ti" Lito, el sexo, cual fuera, no es una necesidad, es un deseo, pero el amor si es vital y viene de Dios. Pienso que por eso sientes en el fondo que del todo no hay un conflicto con la Palabra de Dios. Lo que hace el Amado en nuestro caminar es ir ordenando esa sed de amor invitándonos a "entresacar lo precioso de lo vil", es lo que he aprendido hasta ahora. El amor entre hombres es de Dios, pero en sus términos. No obstante, la iglesia en general está heterosexualizada (eres maduro y completo y apto para el servicio si te casas) y la sociedad cada vez más homosexualizada (no pasa nada, experimenta, el individualismo no es malo, haz lo que te apetezca). ¡El camino angosto parece no estar en la vida de iglesia sino en nuestra comunión con Dios! caray creo que escribí más de lo debido, espero no abrumarte. Te mando un abrazo de un minuto.

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  2. Eduardo. Podría comunicarme contigo? Algun correo? El mio es amor.ensilencio@hotmail.com

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